Parque Natural de la Sierra de Huétor
Parque natural
El espacio que Víznar ocupa como término municipal, comprende paisajes propios de la agricultura minifundista, propiciados por el paso de las agua de Aynadamar. Sin embargo gran parte de término norte es una secesión de barrancos, laderas y collados, terreno accidentado y agreste. Estos parajes, junto con otros que pertenecen a pueblos colindantes, conforman el Parque Natural “Sierra de Huétor”. En el Paraje de Puerto Lobo, al que se puede acceder por la A-92 (Salida 251) o bien desde el mismo núcleo de Víznar, se ubica el CRIN ( Centro de Recepción e Interpretación de la Naturaleza) como puerta natural que nos introduce en el propio Parque.
Sus 12.428 Has. dan mucho de sí para el disfrute y la observación; remansos de paz para el senderismo o el mountainbike. Itinerarios ecológicos que interconectan áreas recreativas, fuentes, miradores y parajes de singular interés. Desde una de sus más altas cotas, El Peñón de Víznar (1543 m.), se divisan las masas foresteles que pueblan tanto las múltiples elevaciones de roquedos como los más estrechos barrancos. Quebrada orografía de tajos o ladrones a cuyos pies inicia su curso el Nacimiento del Río Darro. Conviven especies vegetales propias del bosque mediterráneo (encina, quejigo, rebollo..) con abundantes masas de repoblación entre las que se intercalan claros de pastizal y monte bajo. Abundan las plantas aromáticas y de uso medicinal. Uno de los atractivos más señeros de la zona el una comunidad de “ Abies Pinsapo”, especie única en este Parque y sólo observable de forma extensiva en la Sierra de Grazalema. Fauna variada con especies como el mosquitero, la curruca o la abubilla; rapaces del porte del azor y el águila real y aves de atractivo aspecto como el arrendajo, la urraca o el búho. Entre los mamíferos, prescindiendo de una larga enumeración, constituyen una muestra representativa el gato montes, el tejón, la gineta, el jabalí, el zorro y la garduña.
Y como telón de fondo, siempre, las altas cumbres de Sierra Nevada, cubiertas del manto blanco de sus nieves perpetuas; desafiantes ante quienes las contemplan, como reducto de misterios y amenazas.